Reloj de arena
La verdad es que no sé desde cuando ni por qué, creo que todo empezó cuando me rozaste, sentí que el estómago se me encogía, mis manos empezaron a sudar y mis pómulos enrojecieron. Tenía vergüenza, mucha, pero me sentía a gusto. Recuerdo que me besaste, fue un beso corto, pero apasionado, me miraste al ojos y supe que eso no se iba a quedar ahí, que era el primer beso de todos los que me quedaban por tener. Ha pasado el tiempo y con el las estaciones, han cambiado muchas cosas, quizás demasiadas, pero lo único que se mantiene son tus besos, siguen siendo iguales que el primero, dulce y apasionado.
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